domingo, 26 de abril de 2009

PUBERTAD

Ese primer o beso o no se sabe
tan suave y secreto que te ha dado,
ese primer pechito a cada lado,
entusiasmado de poder ser ave.

Esa puerta plegada, y esa llave
de un recinto recién inaugurado,
ese pelo, ese velo, ese rosado
lazo que vuela por tu pelo, ingrave.

Nada son, sólo sirven de promesa,
de pretexto de ser lo que yo quiero:
un cuerpo entero que se abraza y besa.

Un cuerpo, una mujer, un mar ligero
que, sobre el pecho de las ansias, pesa
como un mar infinito y verdadero.

Blas de Otero.

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