viernes, 31 de agosto de 2012

Tres poemas de Juan Larrea

Alba de no entender nada

El horizonte salta a los ojos de su amor
arrastrando consigo la esperanza de sobrevivirse
en este olvido sonrosado de carne y de sí mismo
se está lejos de ser puro
en mi vida te veo
desleída inasible
los brazos se buscan los brazos se alargan
imaginarios
desde una a otra orilla de la llama

Quisieran matarme
pensando volver a verte
no hallarían de ti más que la esperanza de estar desnudo

(Traducción de Luis Felipe Vivanco)


Punto de referencia

No a la arena y a su soltura
no a los pies dispuestos a la persecución
no a un techo más cálido que otro
no a la noche perforada detrás de la oreja
no a los guijarros heroicos a las capas de polvo
no a la llamada del oro adulterado de las dudas
no a los adioses a las mentiras a las reconciliaciones
a todo lo que no sea asegurarme
que ni tú ni yo hemos existido nunca

(Traducción de Carlos Barral)


Sin espada

El río la noche el fuego de vivir
los cabellos pulpo las necesidades de una lluvia
que han de compartirse
el espejo más reprimido
menos rapaz
las piernas más puras que las esclusas
solas sobre el abandono
las manos ennegrecidas por negras flores como ojos cerrados

Tú sola puedes separarnos

(Traducción de Luis Felipe Vivanco)

martes, 14 de agosto de 2012

La inquietud de los árboles del límite


La lengua de los árboles.

Adentrarse en el bosque
y desbrozarlo, hasta entender
la lengua de los árboles:
pies en la tierra y en el aire brazos
poso en el suelo y en el cielo abrazos.
Y filtrar el agua de la fuente fúnebre
hasta tupir al aire con aromas;
romper el barro para encontrar la savia
y regalarle músicas al viento.
Fundir en unidad materias únicas
y fecundar al éter de esencias destiladas.

Y, en el morir, caer derrotado como madera útil.

Es bien seguro
que el color y el efluvio de la rosas
son sólo la sublimación del hedor de los estiércoles
con que el jardín se abona.