Estoy pensando en ti: Blas de Otero. Es la una de la madrugada de un día de junio, cercano al de tu muerte en Majadahonda en el otro junio del 79.
Ahora Llueve en Bilbao y ...
Pienso en ti: Blas de Otero.
Muero imaginando que tu vida fue un dislate.
Te recuerdo, sin haberte visto nunca,
acercándodote a comulgar en la Residencia
durante la misa de doce.
El Luis, el Koska, el mariano Blas de Otero.
Si te hubieses ordenado todo sería callado. Diferente;
pero elegiste el camino de la poesía
para encandilar corazones y mostrar tu maestría.
Oh Blas. Bilbaíno Petrarca del soneto.
¿Cuántas niñas de aquel Bilbao de entonces
cayeron traspuestas a tus versos?.
Neófitos de amor. Amor de mil amores.
Cuando la familia se fue amenos
Emigrasteis a Madrid para buscar dinero.
Sin conseguirlo. Blas, Bilbao te acogió de nuevo
como su hijo y te perdiste en el marasmo.
Llegó y pasó la guerra. ¿Con quién luchaste?
¿Luchaste?. Alguna foto hay tulla de soldado
de uniforme limpio y desarmado.
Mas me pregunto, luego, cuando me importa
Cuando supe de la lucha clandestina.
¿Qué hacías. Donde estabas Blas de Otero?
En Paris levantaste el puño y te hicieron sacerdote comunista.
Mientras luchábamos gritábamos tus versos (
me llamaran...)
en Bilbao, Guernika, San Sebastián, Orozco, y tantos pueblos...
pero tu lucha Blas, con nosotros, era en otros pueblos.
Predicaste en Pekín, en la Habana y en Moscú.
En tantos regímenes comunistas
Pero nunca vi tu puño junto al nuestro.
¿Dónde estabas Blas de Otero?
Quiero saber que hacías.
Qué amores te arrastraban andariego,
con quién te movías, quién te arrastraba a ello.
Convulsos días de tu patria: España
que no te vio pisar su tierra mientras tanto.
Perdona Blas de Otero.
No te he dicho que te quiero.
Que en los jóvenes setenta
me bebí tus poemas con ardor guerrero (pido la paz...)
y me olvidé de tantos otros.
Tú y Miguel Hernández en la mesilla
talvez polos opuestos.
Desde la pared observaba el Ché Guevara
yo leía tus sonetos
y tú no regresabas cuando todo ardía.
Cuando balas asesinas fusilaban a Puig Antí, a Txabi Etxebarrieta
y tantos otros.
En Rusia y en Pekín tú levantabas el puño a las masas comunistas.
Y les leías en castellano y nadie te entendía.
Y visitabas el Kremlin, como podías haber visitado el vaticano.
Nadie me explica lo que hiciste.
Quiero que me digan qué pasó.
Por qué tu lucha era en otra parte.
Que me expliquen bien tu exilio.
Que me digan quien fuiste, mas allá de tus poemas y tus versos.
No quiero morir pensando que tu lucha no fue lucha,
que tu palabra no fue miedo.
Te quiero Blas
te espero de Otero.
Quiero que me cuenten tu verdad. Tus poemas son ya eternos.