Ayer, después de asistir a un sentido homenaje a D. Javier de Bengoechea y Niebla, tomamos un par de "potes" por el casco viejo bilbaíno, concretamente por la calle del Perro y hablamos de muchas cosas. A la hora de marchar cada mochuelo a su olivo pasé por el arenal y en décimas de segundo recordé a Blas de Otero y un poema que hablaba de la ría y de la margen izquierda de la ría y no pude hacer otra cosa al llegar a casa que tratar de localizarlo y mira tu por donde lo encontré. Se titula:
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MUY LEJOS
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Unas mujeres, tristes y pintadas,
sonreían a todas las carteras,
y ellos, analfabetos y magnánimos.
las miraban por dentro, hacia las medias.
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Oh cuanta sed, cuanto mendigo en faldas
de soledad. Ciudad llena de Iglesias
y casas públicas, donde el hombre es harto
y el hambre se reparte a manos llenas.
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Bendecida ciudad llena de manchas,
plagada de adulterios e indulgencias;
ciudad donde las almas son de barro
y el barro embarra todas las estrellas.
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Laboriosa ciudad, salmo de fábricas
donde el hombre maldice, mientras rezan
los presidentes de Consejo: oh altos
hornos, infiernos hondos en la niebla.
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Las tres y cinco de la madrugada.
Puertas, puertas y puertas. Y más puertas.
Junto al Nervión un hombre está meando.
Pasan dos guardias en sus bicicletas.
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Y voy mirando escaparates. Paca
y luz. Hijos de tal. Medias de seda.
Devocionarios. Más devocionarios.
Libros de misa.Tules. Velos. Velas.
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Y novenitas de la Inmaculada.
Arriba, es el jolgorio de las piernas
trenzadas. Oh ese Barrio del escándalo...
Pero duermen tranquilas las doncellas.
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Y voy silbando por la calle. Nada
me importas tú, ciudad donde naciera.
Ciudad donde, muy lejos, muy lejano,
se escucha el mar, la mar de Dios, inmensa.
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BLAS DE OTERO
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