viernes, 19 de junio de 2009

Los dados eternos

César Vallejo fue un poeta fundamental para Blas de Otero. Conocerle es también ahondar en la raíz de la propia hondura de Blas. Blas está también en Vallejo, con los ojos abiertos.



Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios míos, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

César Vallejo, Los heraldos negros.















Si quieres escuchar más poemas de Vallejo haz clic aquí



.Monográfico sobre Larrea y Vallejo en Zurgai

2 comentarios:

Sergio Oiarzabal dijo...

Comprometido, vanguardista y revolucionario en su conmiseración lingüística, al César lo que es del César, Genio de las letras hispanas.

jagirreo.es.tl dijo...

A este César, cristo caído sobre el empedrado, corresponde también lo que es de Dios.