De “Motivos de barro”
LAS ÁNFORAS
Ya hallaste por el río la greda roja y la greda negra; ya amasas las
Ánforas, con los ojos ardientes.
Alfarero, haz la de todos los hombres, que cada uno la precisa
semejante al propio corazón.
Haz el ánfora del campesino, fuerte de asa, esponjado el contorno
como la mejilla del hijo. No turbará cual la gracia, mas será el Ánfora
de la Salud.
Haz el ánfora del sensual, hazla ardiente como la carne que ama, pero, para
purificar su instinto, dale labio espiritual, leve labio.
Haz el ánfora del triste, hazla sencilla como una lágrima, sin un pliegue,
sin una franja coloreada, porque el dueño no le mirará la hermosura.
Y amásala con el lodo de las hojas secas, para que halle al beber el
olor de los otoños, que es el perfume mismo de su corazón.
Haz el ánfora de los miserables, tosca cual puño, desgarrada de dar,
y sangrienta, como la granada, Será el Ánfora de la Protesta.
Y haz el ánfora de Leopardi, el ánfora de los torturados que
ningún amor supo colmar. Hazles el vaso en que miren su propio corazón.
Para que odien más. No echarán en ella ni el vino ni el agua, que será el
Ánfora de la Desolación. Y su seno vaciado inquietará más que si estuviera
colmado de sangre, al que mire.
GABRIELA MISTRAL
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