domingo, 17 de mayo de 2009

EL VUELO DEL EROTISMO ENSOMBREZCA MI PALABRA (Oda a la Mujer de Magia)

Voy a comerte el beso, el cuello crecido de juncos que atardecen, los pechos orgullosos a la vida, los arroyos de tus muslos deslizados, el fruto de tu sexo irresistible, voy a comerte como nunca, si no, no me lo perdonaría.

Eres la vuelta al hogar que nunca tuve, se mueven tus caderas al impulso de las olas, y todo lo que tocas se vuelve insomne de repente, y todo lo que dices son semillas que florecen al momento, de ciudades hechizadas cuando te diriges desnuda al torreón de luna llena.

La naturaleza te idealiza al compás del segundero, y ni la palabra puede conciliar el sueño si no duerme bajo el cielo etrusco de tu boca.

Bésame en los labios de la palabra, así, con tus labios sonido de ultramar, que después será más poderosa, y que siembre en las hojas una sombra de ecos que va y viene, desde mi aliento de expósito niño a las cavernas con pinturas rupestres del universo.

Un valle de ninfas se tumba en la inquieta provincia de tus talones, una cascada de nubes se vierte desde tu nuca precolombina a través de tu espalda conquistada de oasis y espejismos; la comitiva de las hormigas voladoras es mayor en los espejos de tus uñas, tu piel es la piel de la alborada, la piel de la manzana de Eva, la piel del melocotón rojizo, la piel de la cereza rusa, la corteza de todo lo que es recién nacido, y las huellas de tus pasos en las nevadas de los augurios huelen a sinfonía, a estrella y a marisma, a fuego de hace siglos, a savia que se extiende, a fe improrrogable, a voz acogedora, a tiempo en fin que se hace eterno, eterno, tan eterno como pentagrama de arcoiris.

Enloquéceme de nuevo, que ya no está despierta la serpiente abrasadora que mi corazón contigo montada encima antes recorría, que ya no sudo a las noches luciérnagas y más luciérnagas para conversar tembloroso con las estrellas, que ya no hallo a las mañanas al pie de mi lecho las orillas medievales del silencio más anciano; oh Mujer alada de plumas luminosas, ay Mujer mezzosoprano de la ópera del sueño, oh Mujer que ocultas tras tus ojos embrujados el único dragón que te vuela más allá del mundo, enloquéceme, ¡ay! ¡enloquéceme!, pero enloquéceme de nuevo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, no sé si me podrás ayudar. Necesitaría saber qué odas escribió Blas de Otero. Saludos!