viernes, 27 de noviembre de 2009

A Juan de Yepes

Feliz aquel que “alza el vuelo hasta alcanzar la caza*”
y no le arredran las heridas de las zarzas.
Dichoso el que osa mirar tras de las puertas entornadas
y aguza la mirada en busca del reflejo
de la luz más diáfana y más clara.
Bendito aquel a quien sorprende el día,
“aunque es de noche*”;
que no le paran ni hierros ni cerrojos
que ocultan el sol de las mañanas nuevas.
Que trepa por el gótico de piedra;
una piedra de aristas y de ojivas,
que se torna hoguera y llama,
en busca de la serena sonrisa del arcángel.
Romper la piedra con la fuerza oculta
de un pensamiento que taladra y que descubre
el envés del silencio y de la sombra.
Un silencio que brota de estar solo;
solo consigo en sí y en la conciencia,
transcurriendo
por una sonorosa senda serenada..
Dichoso el que piensa que mira desde afuera,
el que cree distanciarse,
y en el instante mismo se percata
que una fuerza vivaz le va absorbiendo.
Dichosa la cúspide del alma que se pierde
en brazos del azul y la distancia.
Dichosa la paz del Verbo hecho palabra.

*Juan de Yepes.

5 comentarios:

jagirreo.es.tl dijo...

No deja de ser pertinente en este blog este poema dedicado a quien es probablemente el poeta cimero de la lírica en castellano, no en vano el primer libro de Blas fue "Cántico espiritual", aunque después diría de él "Cántico espiritual o mejor dicho / un entretenimiento en una fábrica" (Mientras). Ángel fieramente humano, que ha encarnado mejor que nadie el verso de Góngora, Blas de Otero no dejó nunca de sentir -acaso, aunque a él le costara reconocerlo, un tanto unamunianamente, en sí la llama de la contradicción, que no es otra cosa que vivir al rojo vivo. Blas de Otero era un espiritual materialista, un esteta social, un músico sordo, un mar a contramuerte, las olas van y vienen, van Beethoven.

Octavio dijo...

Javier, agradezco tu comentario y me alegro de que este foro empiece a ser un diálogo y no un monólogo entre sordos.
No soy analista poético, pero no tengo más remedio que estar de acuerdo en todo contigo:
San Juan de la Cruz es, para mí, la cumbre de la lírica española y su influencia sobre Blas es más que evidente.
Místicos no son sólo los que levitan y "hablan con Dios un día".
El Machado metafísico, César Vallejo y el mismo Blas de Otero, tienen mucho de "místicos seglares".
Un saludo.

Ondiviela dijo...

Sí,Octavio; bienvenido el dialogo constructivo y es un placer leerte.

Sin ánimo de controversia, me gustaría incluir en este apartado a la poeta: Ernestina de Champourcín (Vitoria 1905-Madrid1999)gran estudiosa de Thomas Merton y San Juan de la Cruz(Juan de Yepes)en una búsqueda de la transcendencia espiritual y dueña de una poesía evolutiva y metafísica muy personal.
Transcribo su poema: -VISIÓN-

Has cruzado los cielos con tu rayo de oro
y has barrido la tierra cubierta de hojarasca.
¡Vendaval de tu paso implacable y seguro,
polvareda tupida que te esconde y ampara!

Algunos te han sentido; quizá los moribundos
y los niños, que miran con nitidez de espada...
Ahora llueve y sabemos que pasaste muy cerca.
La brisa que has alzado se enreda a mi garganta.

Dí, ¿por qué nos rozaste sin nombrarnos siquiera?
¿Temiste que la angustia de la pasión humana
te obligase otra vez a ofrecernos la vida
a darnos nuevamente tu luz crucificada?

Los árboles te vieron: Un dulce escalofrío
recorre todavia el lomo de sus ramas.
Pero has atravesado el mundo sin mirarme...
Dí, ¿por qué me esquivaste cuando yo te esperaba?

Ernestina de Champourcín.

jagirreo.es.tl dijo...

"Romper la piedra con la fuerza oculta
de un pensamiento que taladra y que descubre
el envés del silencio y de la sombra."

En cualquier caso, el poema es pertinente por sí mismo, por supuesto. Búsqueda de la luz, la poesía que va con autenticidad de la mano de aquel altísimo aficionado a la poesía que era aquel humilde carmelita siempre puede dejarnos traspuestos y tocar lo indecible.

Octavio dijo...

Ondiviela, me he permitido la licencia de destacar el poema de Ernestina, ¡se lo merece!

Javier, gracias por comentar mi poema.