LA MAÑANA HA COLGADO SU PICARDÍAS EN EL PERCHERO DE LA LUZ
ayer fue un colgador repleto de gotas con jazz que sacudió una ventisca,
y tú me das los buenos días desde las nubes quietas de tu boca,
pero no me cansaría de mirar tus ojos que descubren las campanas de cristal.
Por qué tuviste que llorar la edad de la miel delante de mí,
por qué ríos en tus dedos y por qué luciérnagas bajo tu piel,
por qué esa lejana música en todo cuanto tocas,
por qué serías la jaula de oro que aprisionan los peces,
por qué serías el palacio de espejos que en su barco el día busca,
por qué cuando estás desnuda jamás te vi más vestida de ti misma,
pero por qué tus párpados son cosidos al dormir por hilos de musgo y plata.
¡Ay Deseada! ¡Ay llamas en perlas verdes que abrasan mis labios!
En tu corazón tienes cinco años más de mar que nadie,
porque la diferencia de edad entre lo eterno y tú es solamente una ola,
una vela que lamenta su luz,
una palabra que tiembla en tu voz,
dos sombras que se hacen una a la vez.
2 comentarios:
Tú si que vales...
"porque la diferencia de edad entre lo eterno y tú es solamente una ola,"
en el aliento, y la libertad de tus versos me parece escuchar acompañándote la voz libérrima de Blas, "porque yo amo Madrid como a la niña de mis ojos siempre que esa niña se llame miau miau natajacint' miau", lo que, bien has de saberlo, no es ni mucho menos un reproche. A mucha honra, la voz habitada por Blas -digo la voz, no el eco. Un abrazo, poeta.
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