Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...
.
Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa.
.
Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...
.
Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la
cabeza...
.
Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete.
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...
.
Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...
.
Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
.
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué mas da! Emocionado... Emocionado...
.
5 de noviembre de 2009 1:29
.
Cesar Vallejo
1 comentario:
¡Perdón, qué blasfemia!
Ese poema es de César Vallejo. ¡Qué más quisiera yo que fuese mío!
Lo añadí como comentario a otro de Vallejo, creyendo que estaba clara la autoría del mismo.
Cambiadlo rápido, por favor.
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