lunes, 3 de enero de 2011

El primer poema del año es de Blas de Otero

VOZ DE MAR, VOZ DEL LIBRO

Si me pongo a escribir, en qué termina
una mano que empieza en uno mismo,
como se llama hablar desde una silla
a un muro muy lejano o al vacío.

Le llamaremos pluma a la deriva,
mar que bastante tiene con su ritmo
de trabajo manual: La poesía
(es divina, repican las campanas)
es un lujo, replican los martillos.

Y yo, sentado en una silla, sílaba
a sílaba, les silbo en los oídos
que sí, que estoy tallando una sortija
…para tus manos o las de sus hijos.

Si me pongo a pensar, salta a la vista
que el mar es como un libro
abierto por la inmensa mayoría
de las olas: yo leo en él, y escribo.

A veces, me parece que la orilla
está tan lejos, que no la diviso.
Será porque mi pluma está torcida:
Será porque un mal viento cerró el libro.

Yo le ayudo (mi ayuda siempre es mínima:
por eso insisto tanto y repito)
a levantar las olas entre líneas
que el mar alzó desde su mudo abismo.

Si me pongo a gritar, es que el mar grita
desde hace siglos algo tan sencillo
como “¡Me pesan los navíos!
¿Quién me ayuda a quitármelos de encima?”

Voz del mar, voz del libro.
Así termina
una mano que empieza en uno mismo,
un silencio que el mar impone y dicta.

BLAS DE OTERO(Poemas vascos)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cerca del lago, entre álamos y abetos, hay un jardín cercado en la espesura, por mano tan experta cultivo que está florido desde marzo a octubre.

Alba allí me siento algunas veces, que yo también quisiera, con tiempo bueno o malo, poder siempre ofrecer algo agradable.
Bertolt Brecht

Anónimo dijo...

Estate tranquilo. No importa que sientas frío en el alma.
Debes estar tranquilo,y dormir.
Y por la mañana, te levantas temprano y te vas a ver el río,
debes mirarlo sin prisa, dejarlo pasar, sin preocuparte lo más mínimo
de que el tiempo pase, como si fueras un niño
horriblemente maltratado por la vida; pero no importa,
siempre hay un sitio tranquilo, con algún álamo que tiembla si silba un pajarillo
y tú le ves entre las leves hojas, dichoso, felicísimo,
ahora mismo le estás viendo silbar, saltar, volar por el
aire limpio,
apenas sientes el rumor del río
y... por qué lloras, si es verdad lo que te he dicho, anda ve a dormir, y mañana iremos a ver de verdad el río
y a dudar de que soñaste con él, mi pobre amigo...

BLAS DE OTERO.
¿YO ENTRE ÁLAMOS Y RÍOS?