lunes, 27 de diciembre de 2010

Dos poemas de Juan Ramón Jimenez

2 poemas sugerentemente eróticos de Juan Ramón Jiménez que Zenobia no permitió que se publicasen en vida. Son poemas del Libro de Amor escritos en los años 11 y 12 del siglo pasado , y pertenecen a la época en que J. R. estaba ingresado en el Sanatorio del Rosario de Madrid.

Después de amarnos

Cuando, después de amarnos, te coges el cabello
desordenado, ¡cómo son de hermosos tus brazos!
Como en un libro abierto, surge la letra negra
de tus axilas, fina, dulce sobre lo blanco.

Y en el gesto violento se te abren los pechos
y los pezones, tantas veces acariciados,
parecen, desde lejos, más oscuros, más grandes...
el sexo se te esconde, más pequeño y más blando...

¡Oh, qué desdoblamiento de cosas!
Luego, el traje
lo torna todo al paisaje cotidiano,
como una madriguera en donde se ocultaran,
lo mismo que culebras, pechos, muslos y brazos,


¡HERMANA! DESHOJÁBAMOS NUESTROS CUERPOS ARDIENTES

¡Hermana! Deshojábamos nuestros cuerpos ardientes
en una profusión sin fin y sin sentido...
era otoño y el sol -¿te acuerdas?- endulzaba
tristemente la estancia de un fulgor blanquecino...

Luego -los ojos grandes como carbones rojos-
te arreglabas la toca, el velo... y sin ruido
te ibas, como una sombra, a la capilla aquella
perdida entre opulentos rosales amarillos...

Venían días tristes en que te recogías...
mi amor se hacía más inmenso y más sombrío
y cuando tú surgías, más pálida que el agua,
encontrabas mi pecho como un pájaro el nido...

Tú creías que Dios te miraba... En las tardes
de huracán y tormenta temblorosa de frío
ibas, los ojos bajos, pegada a las paredes,
con el corazón asustado como un niño.

JUAN RAMÓN JIMENEZ

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Jolín, con lo formal que parecía!
¡Cómo se las gastaba Don Juán Ramón cuando se ponía berraco!
No respetaba ni a las monjas que le cuidaban en el Hospital, ni a la mujer del médico que le trataba y le hospedaba en su casa.
No me extraña que Doña Zenobia se pusiera como un basilisco.

Pese a todo, no se puede negar la belleza de los poemas. Eso que a mí, los poemas eróticos, sólo me gustan si están escritos con vello púbico.