LUNA LLENA
Su luz tira de mis párpados e intenta abrir mis ojos que tiemblan en un gesto cansado.
Llena de mí, desde arriba, con su blanquecina y fantasmal proyección, se burla con la
superioridad del que apunta con un arma a la sien de su lacayo.
Me dice, a través de la ventana: ¿Qué coño haces ahí, chico? ¿Qué coño pretendes? No eres de
esos, no es tu hora, no pretendas ser lo que no eres. Tú yo sabemos a quién perteneces.
Me jode y me horroriza, porque en el fondo, la muy puta tiene razón.
Mientras, espectros de lo que soy, quiero llegar a ser y aún no sé si soy porque les doy la
espalda, revolotean como murciélagos alrededor de mis palpitantes sienes.
Su agudo chillido y su ciego volar lanzan imágenes que no pido, que no quiero.
Agito mis temblorosas manos entorno a mi cabeza.
Luna llena de mí, alta, mórbida, poderosa.
Aprieta el gatillo, haz lo que tengas que hacer y déjame en paz de una puta vez.
Tan sólo intento ser, sin cagarla demasiado.
Asier Triguero
lunes, 24 de enero de 2011
domingo, 23 de enero de 2011
Un poema de Luis Oroz
Esclavos
Podemos despertar,
subir los párpados,
descorrer las palabras,
asomarnos al frío,
admirar lo recóndito,
bajar a pie la cumbre del orgullo,
reclamar la ternura de su nieve
y esperar a que el día nos convierta en esclavos
de la palabra siempre.
O quedarnos dormidos,
como esta voz políglota que regresa del sueño
para nunca decir lo que tú esperas.
Luis Oroz.
viernes, 21 de enero de 2011
miércoles, 19 de enero de 2011
Un poema de Ritxi Póo
A Sergio Oiarzabal
(“… barrendero de palabras…”)
(AQUELLAS PALABRAS)
Llueve, llueve, llueve…
Arrecia indolente
esta lluvia.
No calla.
Ensombrecida tromba
de replicantes palabras
que salpican,
resbalan
por el cristal empañado
de nuestra desgana.
Me ahoga este aire,
su humedad charlatana.
Somos
soledad mojada.
Y llueve. Sigue lloviendo.
Llueve…
Llueven
tan frías
palabras…
reincidentes esculpen
nuestra insignificancia,
vencidas se escurren
en ríos sin vida
que barre el olvido
hasta el mar sepultado
de las alcantarillas.
Otras
- mi duelo son otras
encarnizadas palabras -
nos llueven por dentro,
emponzoñan el alma,
apalabrean el tuétano
del desaliento.
Y esas,
aquellas palabras…
imposible olvidarlas,
no, no hay,
no…
no hay quien las barra.
Ritxi Póo
(“… barrendero de palabras…”)
(AQUELLAS PALABRAS)
Llueve, llueve, llueve…
Arrecia indolente
esta lluvia.
No calla.
Ensombrecida tromba
de replicantes palabras
que salpican,
resbalan
por el cristal empañado
de nuestra desgana.
Me ahoga este aire,
su humedad charlatana.
Somos
soledad mojada.
Y llueve. Sigue lloviendo.
Llueve…
Llueven
tan frías
palabras…
reincidentes esculpen
nuestra insignificancia,
vencidas se escurren
en ríos sin vida
que barre el olvido
hasta el mar sepultado
de las alcantarillas.
Otras
- mi duelo son otras
encarnizadas palabras -
nos llueven por dentro,
emponzoñan el alma,
apalabrean el tuétano
del desaliento.
Y esas,
aquellas palabras…
imposible olvidarlas,
no, no hay,
no…
no hay quien las barra.
Ritxi Póo
...bien podria tratarse de mi epitafio...
photo by doctor robert
La visión cotidiana de todo cuanto me rodea
es como si me frotara los ojos
y al abrirlos, me descubriera frente a un espejo
contra el que antes alguien
hubiera arrojado el contenido de un vaso de agua
y esta, cayendo por su lisa superficie
como por el cristal de una ventana un día de aguacero,
me revive la inquietante sensación de un deja vu inacabable
que complica aún más la distorsión a contraluz
de diferenciar entre la realidad y mi propia fantasía.
Y es que la verdad podrá tener mi cuerpo
pero nunca poseerá mi alma.
La entraña de mi conciencia
pasea por los puentes de Bilbao
con un hijo cogido de mi mano.
Camina con las manos metidas en los bolsillos
por las desiertas noches azules
de avenidas y húmedas calles.
Por la ceniza gris del recuerdo de cielos otoñales
observando las bandadas de estorninos
balanceándose entre rayos de sol
que atraviesan como jirones las oxidadas nubes.
Mi nombre se asemeja a los escritos en olvidadas agendas.
Me cruzo sin rozarme con gente anónima
sin que ellos tampoco se percaten ni de que existo
ni de que soy la manzana del paraíso.
Si me fui fue porque me desengañe.
Si he vuelto fue porque me sentía perdido.
La pasión ha dado paso a la compasión
y así cualquier línea que leo en un libro
bien podría convertirse en mi epitafio.
La visión cotidiana de todo cuanto me rodea
es como si me frotara los ojos
y al abrirlos, me descubriera frente a un espejo
contra el que antes alguien
hubiera arrojado el contenido de un vaso de agua
y esta, cayendo por su lisa superficie
como por el cristal de una ventana un día de aguacero,
me revive la inquietante sensación de un deja vu inacabable
que complica aún más la distorsión a contraluz
de diferenciar entre la realidad y mi propia fantasía.
Y es que la verdad podrá tener mi cuerpo
pero nunca poseerá mi alma.
La entraña de mi conciencia
pasea por los puentes de Bilbao
con un hijo cogido de mi mano.
Camina con las manos metidas en los bolsillos
por las desiertas noches azules
de avenidas y húmedas calles.
Por la ceniza gris del recuerdo de cielos otoñales
observando las bandadas de estorninos
balanceándose entre rayos de sol
que atraviesan como jirones las oxidadas nubes.
Mi nombre se asemeja a los escritos en olvidadas agendas.
Me cruzo sin rozarme con gente anónima
sin que ellos tampoco se percaten ni de que existo
ni de que soy la manzana del paraíso.
Si me fui fue porque me desengañe.
Si he vuelto fue porque me sentía perdido.
La pasión ha dado paso a la compasión
y así cualquier línea que leo en un libro
bien podría convertirse en mi epitafio.
domingo, 16 de enero de 2011
Poema de Julio G.Alonso
SI AL NOMBRAR LA BELLEZA
Si al nombrar la belleza de tus hombros,
detener la mirada en tu cintura,
ascender a tu boca y a tus besos
en mis manos se enredan las caricias;
si mis labios se posan en tu cuello
y avaros de pasión buscan el tacto
sedientos de la piel de tu garganta,
pórtico de tus pechos, suaves dunas
y en las arenas de mis sueños, risas;
si ya mi rostro hundido en tus contornos
y en el sedoso espacio de tu pubis
eres besos en labios de amapolas
que en alzado placer vuela mi lengua;
ábrete, amor, con todos los sentidos
y en el pulso voraz de los deseos
déjate desatar por la locura
envuelta en sal y miel y mariposas.
viernes, 14 de enero de 2011
Yo Soy,Tú Existes
Detrás del sueño,detrás..Detrás de la vida, detrás..
Castañearon mis dientes cien veces. Comienzos.
Fui atrás un instante,lo ví,nadie era.
Ningún valor,expulsé sus momentos.Merecíame más.
Amo todas las posibilidades.Me abro,me entrego, “me más”.
Ahora soy.Yo soy.Nadie es yo.Hago cumbre,clavo mi libertad.
No hay gritos.Susurros,caricias.Besos que presto sin vuelta.
Mi dueña me habita,sonríe,confía.Me ha devuelto.
Sé que vienes, me importas, te importo. Cavaremos tumbas para ellos.
La tierra sepultará sus egos.No son.
Yo soy, tú existes.
jueves, 13 de enero de 2011
Nuevo libro de Pablo González de Langarica
Hay sinrazón
en las estancias blancas
y en los aledaños sorprendidos
por la lluvia.
Una marea inunda el corazón
y no hay respiro en el volar de las aves
ni en el rotar de la hélices ausentes.
Una voz llega y te penetran sus cuchillos,
porque el amor gime, ahora, entre la broza,
lame la sal de sus heridas.
El paladar es un rosal enfermo;
su nervazón, un páramo febril,
pero en tu oído la música se adentra
y cobija cada nota en tu memoria,
estimula
la virtud de la obsidiana,...
la continúa.
miércoles, 12 de enero de 2011
Pasional - In memoriam Sergio Oiarzabal-
Pansional.mp3 |
Podría matarte. Sé a qué hora sales y a qué hora regresas a tu casa de alivio fingido cada día. Descubro el perfume a esencia firme de tus entrañas en cualquier otro recuerdo. Si te mirara a los ojos, si me leyeras los labios, soñarías con la escultura de mi intención última y no sería necesaria siquiera, la frente del cielo amaneciendo al delirio de un otoño. Podría matarte. susurro tu alma en mitad de la calle y al volver la cabeza hacia mi voz condenada, ves tan sólo niñas desnudas enterrando sus muñecas negras. Podría matarte. Cada noche te lamo la boca mientras duermes, tú no lo sabes, y dejo sobre tu vientre una vela morada encendida que habrá de consumirse antes de que amanezca, antes, porque ella, insondable y pura, le pertenece al viento. podría matarte. Hacer resbalar por mi silencio envenenada, una lágrima de anciano hasta el círculo vicioso de tu copa de sangres prohibidas, acaso como la prueba más fehaciente que delate mi presencia y su sombra en armas por una ingobernable patria sin raíces. Podría matarte. Aguardar el suspiro que abrase todos los puentes definitivos en esta lengua de mazmorra y al fin poder gemirte al oído mientras duermes, oscuramente bella, tú no lo sabes, la música inviolable del resurgir del mejor de los pecados. Podría matarte. Decir con odio de viejo amante cuánto te amo, mientras sueñas clamor y triunfo en los palacios tomados, para que jamás tengas memoria de ello, para que sólo recuerdes al despertar pájaros de huesos volando sobre tu infancia, para que así parezca que no has vivido. podría matarte. lapidar mientras duermes la ventana y las puertas de tu alcoba y arrojar serpientes a los pies de tu cama antes de colocar un último ladrillo de oro. Y escuchar después, sin olvido, tras las paredes, cada una de tus palabras en vigilia, avivándose como el incendio en las catedrales del cielo, cegadas de barrios bajos, perdidamente, hasta el alarido más desamparado del abandono. Podría
martes, 11 de enero de 2011
verte salir al sol es lo que quiero
iVerte salir al sol es lo que quiero,
al aire del amor, a la intemperie,
como las uvas en racimos locos,
tintas uvas o soles como voces,
la garganta se llena de entusiasmo,
chorro de amor, luz despertada, vuelo
despierto, abrid, venid, esta es la yema
solar, la llama ardiente del verano!
iVerte salir al sol es lo que quiero,
al sol que sabe lo que en sombra somos,
a los ojos cegados nuevamente,
al sol de ser devuelto al entusiasmo!
al aire del amor, a la intemperie,
como las uvas en racimos locos,
tintas uvas o soles como voces,
la garganta se llena de entusiasmo,
chorro de amor, luz despertada, vuelo
despierto, abrid, venid, esta es la yema
solar, la llama ardiente del verano!
iVerte salir al sol es lo que quiero,
al sol que sabe lo que en sombra somos,
a los ojos cegados nuevamente,
al sol de ser devuelto al entusiasmo!
sábado, 8 de enero de 2011
miércoles, 5 de enero de 2011
lunes, 3 de enero de 2011
El primer poema del año es de Blas de Otero
VOZ DE MAR, VOZ DEL LIBRO
Si me pongo a escribir, en qué termina
una mano que empieza en uno mismo,
como se llama hablar desde una silla
a un muro muy lejano o al vacío.
Le llamaremos pluma a la deriva,
mar que bastante tiene con su ritmo
de trabajo manual: La poesía
(es divina, repican las campanas)
es un lujo, replican los martillos.
Y yo, sentado en una silla, sílaba
a sílaba, les silbo en los oídos
que sí, que estoy tallando una sortija
…para tus manos o las de sus hijos.
Si me pongo a pensar, salta a la vista
que el mar es como un libro
abierto por la inmensa mayoría
de las olas: yo leo en él, y escribo.
A veces, me parece que la orilla
está tan lejos, que no la diviso.
Será porque mi pluma está torcida:
Será porque un mal viento cerró el libro.
Yo le ayudo (mi ayuda siempre es mínima:
por eso insisto tanto y repito)
a levantar las olas entre líneas
que el mar alzó desde su mudo abismo.
Si me pongo a gritar, es que el mar grita
desde hace siglos algo tan sencillo
como “¡Me pesan los navíos!
¿Quién me ayuda a quitármelos de encima?”
Voz del mar, voz del libro.
Así termina
una mano que empieza en uno mismo,
un silencio que el mar impone y dicta.
BLAS DE OTERO(Poemas vascos)
Si me pongo a escribir, en qué termina
una mano que empieza en uno mismo,
como se llama hablar desde una silla
a un muro muy lejano o al vacío.
Le llamaremos pluma a la deriva,
mar que bastante tiene con su ritmo
de trabajo manual: La poesía
(es divina, repican las campanas)
es un lujo, replican los martillos.
Y yo, sentado en una silla, sílaba
a sílaba, les silbo en los oídos
que sí, que estoy tallando una sortija
…para tus manos o las de sus hijos.
Si me pongo a pensar, salta a la vista
que el mar es como un libro
abierto por la inmensa mayoría
de las olas: yo leo en él, y escribo.
A veces, me parece que la orilla
está tan lejos, que no la diviso.
Será porque mi pluma está torcida:
Será porque un mal viento cerró el libro.
Yo le ayudo (mi ayuda siempre es mínima:
por eso insisto tanto y repito)
a levantar las olas entre líneas
que el mar alzó desde su mudo abismo.
Si me pongo a gritar, es que el mar grita
desde hace siglos algo tan sencillo
como “¡Me pesan los navíos!
¿Quién me ayuda a quitármelos de encima?”
Voz del mar, voz del libro.
Así termina
una mano que empieza en uno mismo,
un silencio que el mar impone y dicta.
BLAS DE OTERO(Poemas vascos)
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