lunes, 8 de febrero de 2010

Agradecimiento de Sergio Oiarzabal a quienes le hemos animado y bienvenida a Nude


SALVADO DE LA QUEMA DE ALEJANDRÍA
(Pliego V de un Pergamino Etrusco)
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Hoy me voy a disfrazar de sirimiri de posguerra. Pero qué bien acunas marismas en mis talones, qué bien alumbras pensamientos en el laberinto de mi cerebro. Hoy el sol llega a los patios traseros donde los ancianos juegan al corro de la patata. Oh dulcísima primavera a salvo en tus párpados cerrados, oh amantísima noche de bodas a lo largo de tu piel de espejos. Cuántas veces he dormido en el estuche de tus gafas, cuántos años fui la piedra con que afilaban el cuchillo de pescado los cocineros del Bronx, pero cuánta semilla de rosales negros en las cartas tuyas que recibo, prometen su momento glorioso al aire bajo cada una de tus letras. Quiero que la mar llame de nuevo a mi vida. Hay veces en que me abrazo mortalmente a ti, a tu cintura sin poniente, en las tardes de tormenta. Bailemos. Bailemos el vals de los ciegos interpretado por la orquesta de las nubes traspasadas de oros, bailemos sobre una ola perturbadora que no cesa, hundiendo nuestros pies en una estrella recién nacida, empapados de una lluvia de otro tiempo. Ciégame Fantástica entre las dos llamas ondulantes de tus pechos. Que se perpetúe desde ahora eternidad que somos en las caracolas del mundo. Que yo me enamoré de ti en el año 3317 a.C.
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Y después de ser mono, de ser esclavo de faraones, de reinar durante cinco lustros en Mongolia, de ser arquitecto de catedrales románicas, de ser cortesana en el palacio de Sancho I; después de ser jirafa, de haber sido abuela por quinta vez, de haber posado para Tintoretto, de haber sido violada por los conquistadores españoles, de haber presenciado el suicidio de Sócrates; después de ser bonsái, de ser herido de muerte en la 2ª República, de sufrir como África prisión y más prisiones, de ser el sol que al fugarse deja más cálida la tierra que admiró; después de ser mantis religiosa, sibila de emperadores romanos, después de ser uno de los mapas de Marco Polo, una de las cuevas con motivos de pinturas rupestres... después... Yo mantengo mi palabra en la punta de mis dedos lechosos como la mejor de las herencias. Y no es que no te quiera, no, no te quiero. Y no es que no te ame, no, no te amo. Mujer apoteósica, Mujer inimaginable, Mujer de gigantesco corazón de selvas, yo... yo... yo te sueño.
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Sergio Oiarzabal

2 comentarios:

Nude dijo...

guauuuu!.Gracias por la parte que me toca ;)

Anónimo dijo...

¡Quién fuera ella! Bellísimo Sergio.