sábado, 20 de febrero de 2010

Un texto de Sergio Oiarzabal

Las huellas de mi tumba desaparezcan de la superficie de la tierra
.
todo yo me quemaré todo
la luz el viento el mar esparcen mis cenizas
y quiere morirse el agua desde que no te beso
y el viento quiere morirse desde que no te toco
y quiere morirse el sol desde que no te veo
en tus labios duerme el delirio
y cuando los muerdo se resquebraja mi tierra
y si mi carne vencida en el cielo levantara una bella corona de graznidos
y si mis huesos en la tierra dan la olorosa flor de los tormentos
y si mi alma es devorada por los rabiosos perros de las catacumbas
y si mi espíritu sueña después desde todas las cosas que fueron nuestras
y si mi carne mis huesos amor y si mis huesos mi alma amor y si mi alma mi espíritu

6 comentarios:

Octavio dijo...

Tánatos y Eros en perpetua disputa y en eterna compañía.
Me gusta.
Saludos.

Dulcinea dijo...

Poema más poderoso que la muerte, con un final digno de Góngora o Quevedo, por la degradatio.Lo guardaré.

Anónimo dijo...

Especial,como nos tiene acostumbrados.

Atarrabi dijo...

Sigo tu poesía y no dejas de sorprenderme para bien. Tenemos que hablar un día.

Oiarzabal dijo...

Gracias, no hay problema.

Marina dijo...

La huella de tu pluma permanecerá sobre la tierra