"Aunque la flor sea artificial, lo importante es que huela a primavera".
Rubén Darío.
Tributo de admiración a García Lorca.
Sangre de amapola.
“Amada mía, amada;
huerto cercado, fuente sellada...”
(Cantar de los cantares).
El tiempo se me iba súbito
por el corredor del viento.
Entre los campos de espigas
las hoces sonaban cruentas
decapitando amapolas.
Desde el límite del cerro
llegaban los golpes nítidos
de los yunques de la fragua
chocando con los martillos.
Entre la falda y la enagua
se adivinaban tus muslos
de viejo bronce curado,
que mis manos torneaban
entre el instinto y el fuego.
Y la luz de un limonero,
como lámpara de aceite,
mostró el blancor de tu vientre
perfumado de romero.
Dijiste que era el primero;
yo, con la sed más ardiente,
bebí tus pechos redondos
borracho ya de deseo.
Y en el blancor de tu enagua
quedó por siempre grabada
aquella rosa explotada,
aquella sangre ofrendada
junto al rumor de la fuente.
Tributo de admiración a Rubén Darío
Yo me busco en tus ojos y tus ojos me huyen;
por caminos de sombra me deslizo y discurro
en difusos crepúsculos de flamígeras formas.
Tú, remontas lejana a paisajes oníricos
y yo busco en tus ojos el calor de los nidos.
Tus desdenes fingidos acribillan mi oído
y me duelen sus ruidos y me estallan los tímpanos.
Como a barca del puerto me desatas la amarra,
me señalas la parca con sus cuencas de muerte,
y yo lloro en silencio tu silencio de ausente.
Me desgarro en mi barco, capitán de mi puente,
y mis ojos llorosos se revuelven por verte.
Pero tú sigues lejos, como esfinge silente;
estática en tu mundo; apática en tu ánimo.
Con el viento de frente y las olas pugnantes
busco el faro fulgente de tus ojos fugaces:
¡Sólo encuentro la noche y las sombras informes
cual mariposa muerta con las alas deformes!
5 comentarios:
Desde el Más Allá, los dos poetas agradecidos te abrazan...a los que me uno.
¡Que grande eres!
Desde que me solté la melena
me presiento un tanto pesada
mas entiendo que es cosa buena
seguir el trazo de tu mirada.
Seguiremos en contacto, Octavio. Un abrazo.
A Ondiviela, embajadora del Parnaso:
Diles de mi parte a todos los poetas que no se enfaden demasiado conmigo por imitarles tan descaradamente.
A Mena, la de la melena:
de pesada, nada,
de mirada buena
y, mi alma,
de gratitud plena.
Lorca, poeta maldito, y Darío, Dios del escapismo, te estarán leyendo emocionados. Como decía Miguel Hernández, "Cuando un Poeta muere, la Creación se siente herida de muerte en las entrañas".
Cuando faltemos, vendrán más, y detrás de aquellos, otros muchos más, y así será, y no habrá fin.
Sergio, no sé si te das cuenta del valor que tienen para mí tus plabras. Porque poeta no es el que quiere, sino el que puede. Y TÚ SÍ QUE ERES POETA.
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