miércoles, 7 de marzo de 2012

Un poema de Julián Borao

LOS PÁJAROS DE SIEMPRE


Quisimos cielo raso,

que prestase su marco siempre azul

a la emoción volátil de las aves que pasan,

-esos seres dotados de un enigma-,

quisimos orientarnos desde la gravedad

que nos retuvo abajo,

devorar las praderas con canciones,

dirigir las miradas hacia la complacencia

de otros ojos,

que la sencilla y trémula extrañeza

que se gesta en la imagen de la línea

del ser y sus semblanzas

nos engañara a veces para poder decir

que no fue adrede,

que no quisimos nunca equivocarnos.

Pero los pájaros, ah siempre los pájaros,

pero su ir y venir de cada primavera

nos convirtió en muñecos

aprestados al paso y la mudanza,

al pacto y a la risa,

al don de la palabra .

No nos fuimos con ellos

pero la voz del aire que escuchamos

y aún hoy sigue sonando

nos envolvió de pronto

a manos llenas, cuerpos ensimismados

a la espera de un alma ,

de un corazón perdido

que decían reflejo del poema.

Y el origen, al final el origen,

la llamada primera de las horas sagradas,

-extraño hasta el sentirlo-,

la desnudez que oprime, la alegría

que vertió su pasión en los labios ardientes

que dejaron de amar sin darse cuenta,

el pasado, la luz, la amistad, la sonrisa

grabada en la frontera

de la vida y sus vientos imprevistos.

¿Dónde?, ¿dónde su vuelo?,

¿dónde imitar su afán malabarista?

Ahora miro ese vuelo,

parece ser el mismo pero algo es diferente,

el vívido aleteo

de los sueños que viajan

como sus migraciones,

y siempre, siempre vuelven,

no sé si son aquellos que volaban

al ritmo de los cielos febriles

de nuestra juventud.

Pero no los persigo, no hace falta

correr como un poseso

tras lo que me acompaña,

me conceden un plazo

cuando veo sus gestos,

casi seres clonados, primordiales,

fugaces, invencibles.

La paz de lo celeste.

Y vosotros, amigos, ¿qué decir de vosotros?

Sedientos de locura viajamos y probamos

la virtud de la vida y sus miserias

en el descubrimiento de la dicha,

¿qué deciros

si os debo lo que os debo?,

todo lo que ahora soy,

lo que he vivido,

si me habéis dado tanto

que no puedo dejar de olvidar vuestra magia,

vuestra mano tendida,

la apasionada fragua,

la estela de la vida que se va un poco más

sin querer

cada día

muriendo a vuestro lado

mientras que van y vienen

por el cielo de siempre

los pájaros de ayer y de mañana.

Julián Borao

1 comentario:

jagirreo.es.tl dijo...

qué cuidada la música en tus versos, Julián.