LOS PÁJAROS DE SIEMPRE
Quisimos cielo raso,
que prestase su marco siempre azul
a la emoción volátil de las aves que pasan,
-esos seres dotados de un enigma-,
quisimos orientarnos desde la gravedad
que nos retuvo abajo,
devorar las praderas con canciones,
dirigir las miradas hacia la complacencia
de otros ojos,
que la sencilla y trémula extrañeza
que se gesta en la imagen de la línea
del ser y sus semblanzas
nos engañara a veces para poder decir
que no fue adrede,
que no quisimos nunca equivocarnos.
Pero los pájaros, ah siempre los pájaros,
pero su ir y venir de cada primavera
nos convirtió en muñecos
aprestados al paso y la mudanza,
al pacto y a la risa,
al don de la palabra .
No nos fuimos con ellos
pero la voz del aire que escuchamos
y aún hoy sigue sonando
nos envolvió de pronto
a manos llenas, cuerpos ensimismados
a la espera de un alma ,
de un corazón perdido
que decían reflejo del poema.
Y el origen, al final el origen,
la llamada primera de las horas sagradas,
-extraño hasta el sentirlo-,
la desnudez que oprime, la alegría
que vertió su pasión en los labios ardientes
que dejaron de amar sin darse cuenta,
el pasado, la luz, la amistad, la sonrisa
grabada en la frontera
de la vida y sus vientos imprevistos.
¿Dónde?, ¿dónde su vuelo?,
¿dónde imitar su afán malabarista?
Ahora miro ese vuelo,
parece ser el mismo pero algo es diferente,
el vívido aleteo
de los sueños que viajan
como sus migraciones,
y siempre, siempre vuelven,
no sé si son aquellos que volaban
al ritmo de los cielos febriles
de nuestra juventud.
Pero no los persigo, no hace falta
correr como un poseso
tras lo que me acompaña,
me conceden un plazo
cuando veo sus gestos,
casi seres clonados, primordiales,
fugaces, invencibles.
La paz de lo celeste.
Y vosotros, amigos, ¿qué decir de vosotros?
Sedientos de locura viajamos y probamos
la virtud de la vida y sus miserias
en el descubrimiento de la dicha,
¿qué deciros
si os debo lo que os debo?,
todo lo que ahora soy,
lo que he vivido,
si me habéis dado tanto
que no puedo dejar de olvidar vuestra magia,
vuestra mano tendida,
la apasionada fragua,
la estela de la vida que se va un poco más
sin querer
cada día
muriendo a vuestro lado
mientras que van y vienen
por el cielo de siempre
los pájaros de ayer y de mañana.
Julián Borao
1 comentario:
qué cuidada la música en tus versos, Julián.
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