sábado, 19 de diciembre de 2009

Los montes, con su faz impresionante

el viento poderoso ruge, y trema
la tierra, con sus árboles alados,
y ya se van las hojas y las ramas
heridas por los aires, y dan vueltas
los álamos heridos, no hay por qué
desterrarse en el medio de la tierra,
sino dejarse en la corriente alada,
participar del día que comienza,
de la revolución del agua viva,
de la llama primera que aún murmura,
del funeral de todas las mentiras,
de la revolución dentro de un hueso
que aún es posible, y vive todavía,
que no deja de ser, a contratiempo
-a contradictadura y contramuerte-
porque en el corazón nace una espina
que ha de rasgar la muerte simplicísima,
que en las barandas de la luz se mece:

alma, sal, ve la luz, avanza ciega,
que la verdad sin un morir no llega.

1 comentario:

Octavio dijo...

" no hay por qué
desterrarse en el medio de la tierra,
sino dejarse en la corriente alada,
participar del día que comienza,
de la revolución del agua viva,
de la llama primera que aún murmura,
del funeral de todas las mentiras"

Me gusta.
Primero la he leído en silencio y me ha llegado; luego en voz alta, dejándome llevar por el ritmo, que es fantástico.
Enhorabuena.