La Fundación que lleva su nombre diseña rutas literarias por la localidad de su familia materna
NACIÓ en Bilbao un 15 de marzo de 1916 y en sus 63 años de vida recaló en ciudades como Madrid y París, recorrió países socialistas como la Unión Soviética y China e incluso residió tres años en Cuba. Todos estos escenarios influyen y aparecen reflejados en la obra poética de Blas de Otero, pero también los rincones, paisajes y recuerdos de la pequeña localidad de Orozko, que da título a uno de sus poemas y que describe en una de sus prosas como "el lánguido valle de mi adolescencia donde la luna derrama una luz compasiva sobre la muerte soñada de mis antepasados".
Allí, a los pies del Gorbea, lugar de origen de su familia materna, pasó momentos inolvidables de paz, descanso e inspiración al amparo de su querida abuela Doña Pepita Sagarminaga en su casa-palacio Ugarte. Ahora, gracias a la iniciativa promovida por la Fundación Blas de Otero, es posible seguir la estela del poeta a través del valle que siempre quería ver y recordar al cerrar los ojos.
"En 2002, se celebró un congreso internacional sobre su obra y figura en Bilbao y, con motivo de este evento, organizamos una visita guiada a los lugares más emblemáticos de su vida en la capital y en Orozko. También se han hecho salidas similares con grupos de estudiantes y este año hemos proyectado rutas turísticas y literarias por estas dos localidades", explica Ibon Arbaiza, miembro de la Fundación.
Ruta literaria
Desde el Ayuntamiento
En el caso de Orozko, el primer alto en el camino es el puente y la plaza del Ayuntamiento por donde el poeta deambulaba "los días de sol y fiesta" y los visitantes se dirigirán después al frontón, puesto que allí disfrutaba de una afición con la que, según sus versos, "tendí, diariamente, los músculos de muchacho". Ibon Arbaiza va más allá al relatar que "incluso hay una fotografía suya jugando a la pelota vestido de negro en señal de luto por la muerte de su padre y también entregando un trofeo a los ganadores de un campeonato".
Otra visita obligada es el río que refleja en sus poemas como "el lugar donde me bañé de niño, piedras rodadas, guijos como anillos, chopos tintineantes, líricos atardeceres amarillos". La ruta se detiene en el panteón familiar del cementerio de San Juan, pero el punto más emblemático es la casa-palacio Ugarte, residencia de sus abuelos maternos José Ramón Muñoz Lambarri y Josefa Sagarminaga Isasi.
El huerto de la abuela que recuerda con "cerezas coloradas, manzanas reinetas, príncipes peras y brevas violeta, con una gran gota de almíbar temblando sobre la yerba", la galería sobre el jardín, la biblioteca del abuelo médico y el dormitorio del poeta son las estancias que el público podrá visitar. En este remanso de paz pasaba largas horas mirando la cima de Santa Marina "ladeándose violeta, la falda de la montaña infantil, de ramas tiernas, helechos, espliegos, yerbas aromáticas, y una gran nube blanca coronándole la cabeza"