Como ave en el viento…
El destino siempre se me antojo tan misterioso y fascinante como el contenido de los bolsillos de mi padre. La vida, mi vida deseé haberla vivido como ave dentro del viento. Mirar ahora hacia atrás es como verse en un espejo viejo y borroso, en el que la única que permanece siempre lozana y contemplándome desafiante es la mirada de una culpabilidad que no me es desconocida. Invariablemente donde surgió luz crecieron sombras. Mi alma muestra extraños tatuajes que evalúo y comparo para saber si han crecido o si se acabaran por borrar algún día, como si observara mi mano puesta frente al rostro tratando de ver por los dedos entre abiertos, con una clarividencia propia de estar sentado en la cara oculta de la luna y admirara una fría puesta de sol. Nunca ha sido lo mismo recordar que no poder olvidar. La dolorosa clarividencia de sentirse cada día más extranjero en lugares que siempre me fueron comunes. Un exiliado sin diagnostico que se contempla la mano preguntándose si un remedio seria volcar cera caliente sobre las líneas de su palma para poder escribir otro destino. Una mano que no da ya cuerda a los relojes, que no coge ya las cartas, que no mece ninguna cuna, que se hace daño, por efecto o por defecto. Ya nadie me pregunta donde paso las noches. Les debe ser tan evidente como saber donde se mete la gente cuando llueve. Mi vida la quise haber vivido como ave dentro del viento. A día de hoy, mi mayor preocupación es la de hallar para mis entrañas un lugar entre dos dunas bajo la arena siempre caliente de una lejana playa convertida en anónima tumba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario