Las manos.
Cadáver exquisito de la velada del 24 de enero en Caos Club.
Bilbao.
Llegó la hora de vestir el cadáver exquisito con las manos y la inspiración del público de la sala. Una vez reunidos los pedacitos de este cadáver exquisito; poema al alimón para Neruda y García Lorca; quebrantahuesos para Nicanor Parra y Huidobro, pues resultó lo que a continuación leeréis con la técnica de las Noches Poéticas: dar un tema y dejar que la imaginación dicte a cada cual un verso.
Puede subrayarse la común coincidencia de asignarles a las manos una capacidad para las cosas del amor asombrosa. No hay manos para trabajar. Digo yo que con el paro que se padece... ¡para qué! No hay manos para amenazar, golpear, disparar, matar, asesinar... de lo que me alegro, aunque la realidad contradice tercamente todo ello. No hay manos para pedir, suplicar, implorar, rezar, rechazar, señalar... Sólo hay manos para el amor. O eso había en el Caos Club la noche del 24. ¡Tomad nota!
Tengo un cuenco vacío de agua;
son cinco hermanos pegados de por vida,
lapiceros de caricias
que me ayudan a acercarme a ti cuando las palabras faltan,
recorriendo y dibujando tus labios jugosos.
Suaves, serenas y limpias, siempre en movimiento;
el útil de las caricias, herramienta necesaria;
las manos del alma, el alma de tus manos,
las mías agarran, las tuyas acarician
pájaros que aletean sobre tus instintos
y se deshacen tus palomas en mi cuerpo.
Volverán los sueños con ellas esta noche,
alcanzarán mis dedos las comisuras de tus sueños
que purifican culos pecadores y oscuros vicios.
Diez ráfagas de sombra prolongan tus silencios;
¡ah! esas alas humanas que me abrazan.
Sueño su roce sobre mi rostro,
(La espuma vomitaba contra el casco.
Más vale plumífero alado en cavidad metacárpica.)
que acarician mi fría piel,
prolongación del alma si acarician
y yo te acaricio con el corazón y yo te tengo entre mis brazos.
Noches Poéticas
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