jueves, 15 de agosto de 2013

Consideraciones a la obra completa de Blas de Otero

Desde La "Plataforma 29 de Junio" queremos ofrecer nuestra opinión a esta reciente publicación 

Blas de Otero. Obra Completa (1935-1977)

      La reciente aunque tardía aparición de la recopilación del conjunto de la obra del escritor bilbaíno ha generado un buen número de comentarios y críticas en los medios especializados. De todas ellas, sin duda, ha sido la de A. Sáenz de Zaitegui (mucho menos acertada en otras) en el suplemento literario de El Mundo la que más polémica viene suscitando. En concreto, la citada crítica ha asegurado, en un estilo bastante desabrido y provocador, que a las obras completas de Blas de Otero le sobran 1225 páginas (el conjunto de la obra, índices incluidos, tiene 1274).

Soy de la opinión que, aunque acompañada de cierta razón, exagera, muy particularmente en adjetivos y cantidades, pero no puedo negarle algún acierto parcial en su comentario, por ejemplo, en cuanto a lo que evidencia buena parte de la poesía de nuestro paisano, su indudable egocentrismo. Como es sabido éste es un defecto muy extendido entre los poetas, más si cabe en el caso de Blas seguramente motivado por su trastorno psíquico, en mi modestísima opinión cercano a un perfil bipolar, patología que anulaba la lucidez de una posible introspección, tal y como señala Sáenz de Zaitegui, “Pocos poetas menos introspectivos que él”. También creo que acierta cuando dice que el libro Nuevas historias fingidas y verdaderas constituye un auténtico (y no fingido) homenaje a sí mismo. Como José Agustín Goytisolo acostumbraba a decir, nadie es perfecto. Y yo añadiría que aún menos los poetas tan abultados de ego y los jóvenes arrebatados por cierta precipitación que la irreflexión ampara.

A pesar de compartir en parte las apuntadas observaciones, mi principal desacuerdo con esta edición se basa en el escaso acierto de los antólogos que podían muy bien haber obviado gran parte del letraje y muy en particular haber “aligerado” (sé que no es muy ortodoxo) buena parte del apartado de Poesía e Historia, tan alejado de su contexto y agravado por los silencios de Blas hasta su muerte. Al mismo tiempo, hay que tener muy poca conciencia crítica para admitir sin cierto disgusto buena parte de Poemas inéditos y dispersos, Complemento y Hojas de Madrid con la Galerna, abundados de borradores (Una morena y una rubia…) que –estoy seguro- Blas no hubiese publicado jamás, lo que redunda en el pensamiento de algunos de sus más fieles lectores sobre la certeza de que Blas de Otero era, ante todo, un excelente antólogo de su propia obra. Nunca me ha agradado el relleno, al margen del de algunos cojines. Y en esta Obra Completa el relleno se evidencia en exceso.


Con todo Blas de Otero sigue y seguirá siendo un poeta apreciable y significativo. Ahí queda su Ancia y un puñado de buenos poemas, técnicamente perfectos, de un escritor que tuvo su talón de Aquiles en la fe y en quienes, desde posturas mucho más políticas que poéticas, le hicieron sentirse como un dios mayor cuando realmente no lo era. A pesar del grosor del lomo me temo que esta edición no cumple con las expectativas de algunos de los que la hemos reclamado insistentemente con la esperanza de encontrar alguna gema, algún verso nuevo de valor. Ahora sabemos que las obras de Blas de Otero, en rigor, en su rigor, ya estaban publicadas. Lo que este volumen ofrece al lector asiduo del poeta no es otra cosa, y no es poca, que una ardua labor de entresaca.

                                                                Plataforma 29 de junio

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