Desde La "Plataforma 29 de Junio" queremos ofrecer nuestra opinión a esta reciente publicación
Blas de Otero. Obra Completa (1935-1977)
La reciente
aunque tardía aparición de la recopilación del conjunto de la obra del escritor
bilbaíno ha generado un buen número de comentarios y críticas en los medios
especializados. De todas ellas, sin duda, ha sido la de A. Sáenz de Zaitegui (mucho
menos acertada en otras) en el suplemento literario de El Mundo la que más polémica viene suscitando. En concreto, la
citada crítica ha asegurado, en un estilo bastante desabrido y provocador, que a las obras completas
de Blas de Otero le sobran 1225 páginas (el conjunto de la obra, índices
incluidos, tiene 1274).
Soy de la opinión que, aunque acompañada de cierta razón,
exagera, muy particularmente en adjetivos y cantidades, pero no puedo negarle algún
acierto parcial en su comentario, por ejemplo, en cuanto a lo que evidencia
buena parte de la poesía de nuestro paisano, su indudable egocentrismo. Como es
sabido éste es un defecto muy extendido entre los poetas, más si cabe en el
caso de Blas seguramente motivado por su trastorno psíquico, en mi modestísima
opinión cercano a un perfil bipolar, patología que anulaba la lucidez de una
posible introspección, tal y como señala Sáenz de Zaitegui, “Pocos poetas menos introspectivos que él”.
También creo que acierta cuando dice que el libro Nuevas historias fingidas y verdaderas constituye un auténtico (y
no fingido) homenaje a sí mismo. Como José Agustín Goytisolo acostumbraba a
decir, nadie es perfecto. Y yo
añadiría que aún menos los poetas tan abultados de ego y los jóvenes arrebatados
por cierta precipitación que la irreflexión ampara.
A pesar de compartir en parte las apuntadas observaciones, mi
principal desacuerdo con esta edición se basa en el escaso acierto de los
antólogos que podían muy bien haber obviado gran parte del letraje y muy en particular haber “aligerado” (sé que no es muy
ortodoxo) buena parte del apartado de Poesía
e Historia, tan alejado de su contexto y agravado por los silencios de Blas
hasta su muerte. Al mismo tiempo, hay que tener muy poca conciencia crítica para
admitir sin cierto disgusto buena parte de Poemas
inéditos y dispersos, Complemento y
Hojas de Madrid con la Galerna, abundados de borradores (Una morena y una rubia…) que –estoy
seguro- Blas no hubiese publicado jamás, lo que redunda en el pensamiento de
algunos de sus más fieles lectores sobre la certeza de que Blas de Otero era, ante
todo, un excelente antólogo de su propia obra. Nunca me ha agradado el relleno,
al margen del de algunos cojines. Y en esta Obra
Completa el relleno se evidencia en exceso.
Con todo Blas de Otero sigue y seguirá siendo un poeta
apreciable y significativo. Ahí queda su Ancia
y un puñado de buenos poemas, técnicamente perfectos, de un escritor que
tuvo su talón de Aquiles en la fe y en quienes, desde posturas mucho más
políticas que poéticas, le hicieron sentirse como un dios mayor cuando realmente
no lo era. A pesar del grosor del lomo me temo que esta edición no cumple con
las expectativas de algunos de los que la hemos reclamado insistentemente con
la esperanza de encontrar alguna gema, algún verso nuevo de valor. Ahora
sabemos que las obras de Blas de Otero, en rigor, en su rigor, ya estaban
publicadas. Lo que este volumen ofrece al lector asiduo del poeta no es otra
cosa, y no es poca, que una ardua labor de entresaca.
Plataforma 29 de junio
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