En las desnudas islas
tu corazón y el mío son iguales.
Basta ya de ciudad y tiempo sucio
donde los trajes fingen la estatura
que ha de abolir la muerte necesaria.
Una palabra en el origen dice
la común aventura de ser hombres
antes que trace límites agudos
el impiadoso lunes regresando.
Por eso, amigo mío, demora el vino nuevo
y que preparen, lentas, las mujeres
la ordenación del día venidero.
Tal vez aún sea posible
la soñada derrota de la pena.
Julio
Gómez (Santa Fé – Argentina)
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