Canción del corsario
En su fondo mi alma lleva
un tierno secreto
solitario y perdido, que
yace reposado;
mas a veces, mi pecho al
tuyo respondiendo,
como antes vibra y tiembla
de amor, desesperado.
Ardiendo en lenta llama,
eterna pero oculta,
hay en su centro a modo de
fúnebre velón,
pero su luz parece no
haber brillado nunca:
ni alumbra ni combate mi
negra situación.
¡No me olvides!... Si un
día pasaras por mi tumba,
tu pensamiento un punto
reclina en mí, perdido...
La pena que mi pecho no
arrostrara, la única,
es pensar que en el tuyo
pudiera hallar olvido.
escucha, locas, tímidas,
mis últimas palabras
-la virtud a los muertos
no niega ese favor-;
dame... cuanto pedí.
Dedícame una lágrima,
¡la sola recompensa en
pago de tu amor!...
LORD BYRON
Versión de F. Maristany
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